Nació y creció en un país tan poco relevante para el circuito tenístico internacional como Irán. Estaba obsesionado con jugar al tenis, pero lo tenía tan difícil por su situación social que terminó practicando con sartenes. Los espectadores del circuito de torneos y exhibiciones para veteranos pagan casi tanto dinero por verlo jugar a él como por ver jugar a los mismísimos John McEnroe y Jimmy Connors. ¿Cómo es tal cosa posible? Pues porque quizá no hablemos del mejor, pero probablemente sí del tenista más carismático de todos los tiempos.
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