Dice Pete Souza, el fotógrafo oficial de la Casa Blanca, que uno sabe cuando tiene una instantánea que es única. Lo que no imaginaba Souza es que la foto del pequeño Jacob Philadelphia, de cinco años, tocando la cabeza del presidente hace tres iba a ser tan querida por los miembros del Ala Oeste de la Casa Blanca que seguiría colgada de sus paredes todo este tiempo, cuando en general, son tantas las fotos que se generan de Barack Obama que unas despojan de lugar a otras a gran velocidad. Pero la de Jacob permanece.
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