Resumiendo, mantener nuestro estilo de vida y hábitos del transporte es insostenible sin el petróleo ruso, o de cualquier otro origen. Siguen siendo impopulares las medidas como meter mano a los vuelos baratos, conducir más despacio o menos, hacer inversiones en eficiencia o eliminar de la circulación vehículos que funcionan bien a cambio de otros nuevos y mucho más caros. En unos meses puede que el problema se extienda a terceros países que dependen del petróleo a cierto precio o que se empiecen a quedar sin cereales.
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