Su jornada es de aúpa: de seis a siete horas de clase en una escuela pública, a las que se suman tres de refuerzo en academias privadas y una de guitarra, sin contar el gimnasio, los deberes y el trabajo voluntario como asistente de su padre, doctor en medicina oriental. Cuando se meta en la cama, a las once de la noche, todavía dará un último repaso a las lecciones del día siguiente y leerá unas páginas de una biografía antes de que se le cierren los ojos. So-jung Kim no es una excepción. Su día es de lo más típico.
|
etiquetas: educación , corea , pisa