Cuenta Mijaíl Tal, que la primera vez que se tiene contacto con el ajedrez es parecido a la innoculación de un virus. Uno aprende las reglas básicas, juega una tarde y de regreso a casa no sabe que ya el virus está haciendo efecto y que la “enfermedad” es de por vida. Sin embargo, no es suficiente con la pasión para hacer carerra en el ajedrez. Bobby Fischer fue el primer profesional del ajedrez, el primero en pedir dinero sólo por participar, un sueldo. Sin embargo, para pedir dinero por jugar se necesita ser uno de los mejores del mundo.
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