La cebolla de los fines de la cárcel tiene varias capas, pero déjame centrarme en la que contiene a todas las demás: la despolitización del conflicto social es el fin general que sigue intacto porque los sistemas penales del capitalismo son aparatos fundamentales en la producción de esa falacia llamada “igualdad”, a su vez compuesta de perversiones ideológicas como la noción de contrato, el sujeto decisor libre y racional, el merecimiento (y su primo, el mérito; y su reverso, la culpa) o la ciudadanía misma.
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