Elijah tenía cinco años cuando le diagnosticaron autismo. Aunque se comunica, su comportamiento es extraño e imprevisible. El fotógrafo Tim Archibald, su padre, sentía que no podía conectar con él, que había un foso entre ellos. Para intentar superarlo, cogió, casi por inercia, su cámara. «Empecé a fotografiarlo. Y de pronto él quiso ser parte de ello, pero no solo como sujeto, sino haciendo las fotos conmigo». Este es el resultado de esa mágica conexión.
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