No soy una cobarde, pero cuando llego a casa tarde y todo está oscuro me entra miedo. Echo un vistazo a los dos lados de la calle y llevo la llave del portal preparada para hacer más rápido el trámite de cruzar la puerta. Es un temor instintivo, animal si quieren, como de gacela thomson en la sabana, que no remite con estadísticas.
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