c+p Si la historia hubiera seguido su curso lógico, sin la injerencia de las potencias vencedoras de la Primera Guerra Mundial, se hubiera respetado el Tratado de Sèvres de 1920 y no se hubiera aceptado la presión del Gobierno de Ankara para firmar el de Lausana de 1924, ahora mismo los diez mil soldados turcos no habrían penetrado 20 kilómetros en territorio iraquí porque en lugar de hallarse en Turquía o en Irak estarían en el Kurdistán, y, probablemente, la guerrilla del PKK nunca se hubiera formado.
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