Nuestra sociedad demanda a las escuelas que hagan tres cosas por y con los niños: primera, transmitirles las tradiciones y valores superiores de nuestra propia cultura; segundo, familiarizarles con el mundo en el que viven; tercera, prepararles para el trabajo y, si es posible, para el triunfo. Todas estas tareas las ha desempeñado tradicionalmente la sociedad, la propia comunidad. Las escuelas no realizan bien ninguna de ellas.
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