"¡El pueblo y el Ejército son uno!", gritaban algunos manifestantes en la Plaza Tahrir tras conocer la renuncia del presidente de Egipto, Hosni Mubarak. Grupos opositores agradecieron a los militares su papel imparcial durante las protestas, pero según los analistas éste podría ser menos "romántico" de lo que parece. La revuelta popular fue vista como una oportunidad por los militares, que no veían con buenos ojos que Mubarak quisiera imponer como sucesor a su hijo Gamal.
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