Además de la superioridad del ejército persa y de la bisoñez del faraón, en la batalla también tuvo que ver el hecho de que los egipcios consideraban a los gatos como manifestaciones de la diosa Bastet y, por tanto, eran sagrados. Los persas añadieron, a su habitual equipo de campaña, todos los gatos que pudieron capturar. Los egipcios tuvieron que luchar evitando dañar a los gatos… tras una desigual lucha los egipcios se refugiaron en Pelusio.
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