Crece el malestar de amplísimos sectores de las sociedades occidentales por las respuestas que sus respectivos gobiernos están dando a la crisis, y muy singularmente por su subordinación -cuando no llana sumisión- a los intereses de las altas finanzas y los especuladores. Cinco meses después de su eclosión, el 15-M adopta nuevas formas y métodos y debe aprovechar la experiencia adquirida para saber incidir directamente en la vida política. No será fácil, y no cabe contar con el apoyo del establishment.
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