En los años correspondientes al advenimiento de Zack Morris emergió el héroe de acción definitivo en forma de un saco de esteroides de nombre muy loco. El austriaco Arnold Schwarzenegger con una constitución física que sería la envidia de cualquier croissant se convirtió en el molde para el action-hero definitivo: Salvaba al mundo, salvaba a marte y a sus mujeres de tres tetas, pateaba culos, soltaba oneliners cada nanosegundo y cuidaba de tus hijos en la guardería.
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