El invierno europeo debe de estar llevándose ahora mismo la vida de 15.000 personas mayores que, en realidad, podrían, deberían seguir vivas en primavera. En el invierno de 2014 a 2015, la cifra se disparó: aquellas semanas grises, con una gripe especialmente letal, acabaron con la vida de más de 200.000 mayores a quienes no había llegado su hora, y fueron especialmente letales en los países del sur. Solo en el Estado español, aquel invierno arrastró 26.000 vidas más de las esperadas.
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