Para mi sorpresa, el ‘parcking’ de la universidad ya no reconocía mi tarjeta. La sorpresa continuó cuando el miércoles siguiente siguió sin abrirse el control de acceso al parking y la barrera permanecía bajada, y fue mayúscula cuando constaté que mi contrato como profesor asociado había finalizado el 26 de abril, el día que cumplía los 65 años. Ni un escrito, ni un e-mail, ni un SMS, ni tan siquiera, una “indemnización en diferido”. La nada.
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