¿Quién no visitaría en el hospital a un colega recién operado? ¿Quién no acudiría al funeral del padre de un compañero de trabajo? ¿O quién no se llevaría a cenar a un amigo con problemas? Estos son algunos de los gestos, frecuentes en el día a día de la gente de la calle, que Pep Guardiola ha tenido con jugadores y auxiliares en este año y medio como entrenador del Barça. Con naturalidad, humildad, respeto y sencillez, Pep se ha ganado la admiración de los suyos y de los rivales y ha humanizado un vestuario históricamente caprichoso.
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