En efecto, del Costa Concordia se decía lo mismo que de nuestra banca: primero, que era imposible que un buque de esas características se hundiera; segundo, que, de hundirse, era imposible, dados sus modernos sistemas de salvamento, que hubiera víctimas; tercero, que, de haber víctimas, la primera sería el capitán. Pero resulta que se hundió, que hubo víctimas y que el capitán salió por...
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