Los agricultores de olivas de la región denuncian que se sienten “indefensos”. Cuando la Guardia Civil detiene a los cacos, en pocas horas son llevados ante el juez y puestos en libertad con una multa por hurto que no pagan porque se declaran insolventes. Ante la impunidad de los ladrones, Manuel cuenta que “si esto sigue así voy a acabar cometiendo una locura”: “Tengo un hijo de un año y trabajo todo el día en el campo. Esta gente nos roba, les sueltan y vuelven a robarnos”
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