Durante los primeros meses de confinamiento por la covid-19, las emisiones globales descendieron a niveles históricos. La actividad humana se paralizó y, por tanto, el planeta entero se regeneró. El suelo, el agua y el aire parecían más limpios. Los animales libres y las plantas recuperaron los espacios que les habíamos arrebatado (¡si hasta vimos delfines y cisnes nadando en los canales de Venecia!) En definitiva, la Madre Naturaleza empezó a sanar. Porque estaba enferma. Y por nuestra culpa. La Humanidad era el virus.
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