Las autoridades españolas, así como su prensa, se están poniendo nerviosas ante la irrupción revolucionaria que Ryanair está teniendo en el mercado del transporte aéreo. Y es comprensible. El pasado año, Spanair, una otrora importante aerolínea española, anunciaba el cierre por bancarrota. El gobierno de Cataluña de Arthur Mas decidió dejar de subsidiar a la aerolínea, que por sí misma no era rentable. Hace pocos meses, hemos presenciado el enorme reajuste que está realizando otra aerolínea española, Iberia, desarrollando filiales de bajo coste
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