Ejecutivo, legislativo y judicial, los tres poderes de un Estado democrático, convenientemente separados y reconocidos. Supuestamente para completar la ecuación, para darle una especie de certificación en democracia, había que añadirle un cuarto poder, los medios. Ellos, los vigilantes, los que denunciarían injusticias y velan por los intereses comunes. Si eso es el periodismo, el periodismo ha muerto.
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