Discusiones en los bares sobre política que terminan en bronca, miedo a tratar aspectos polémicos de la actualidad con amigos para no tensar encuentros que deberían ser amables, familiares que prefieren no sentarse a la mesa juntos en Navidad porque no soportan los insultos hacia un líder político, 'guerras' abiertas en redes sociales e incluso líneas rojas inamovibles para no ligar en aplicaciones con alguien que tiene una ideología contraria. Está pasando. Es la traslación a nuestra vida normal de la crispación y polarización de la política.
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