Los resultados son contundentes: las corrientes oceánicas concentran la contaminación nuclear en vez de diluirla. Los valores más altos de cesio radiactivo no están necesariamente más cerca de la costa de Fukushima. Ken Buesseler, un científico de la Woods Hole Oceanographic Institution, quien en 1986 estudió los efectos del desastre de Chernóbil en el Mar Negro, se negó a proporcionar más detalles de los resultados antes de que su análisis se haya completado al ser publicado en medios científicos.
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