“Cada mes que estamos cerrados suponen 60.000 euros de pérdidas”, asegura Antonio González, dueño de Casa Botín (1725), el restaurante más antiguo del mundo. “Hemos recurrido a créditos para aguantar el tirón porque tenemos 75 empleados, 75 familias, que son mi principal preocupación”. Acreditado por el libro Guinness de los récords y situado a pocos metros de la Plaza Mayor, Botín atrae cada año a miles de clientes nacionales y extranjeros. En el 2025 tendría que cumplir trescientos años, pero en este momento es imposible saber cuándo volverá
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