Inicialmente la clasificación de los caminos o carreteras españolas se circunscribía a catalogarlas de primer, segundo y tercer orden. Su nomenclatura era descriptiva. Reflejaba el inicio y el final de la ruta y se enunciaban las principales paradas intermedias. Un ejemplo: Madrid a Francia por Zaragoza y Barcelona. Pero esto no era nada práctico. Así que, en los años 40, se decidió cambiar el sistema. Y se optó por un modo más racionalista de organización de la red viaria. Una manera de organizar la red de carreteras que ha pervivido hoy.
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