Una de las maneras de matar un cáncer es quemarlo, ya que el calor puede matar las células. El truco, por supuesto, es cocinar solamente el cáncer y no el tejido circundante. Para hacer esto, se necesita tener una idea exacta de la extensión de un tumor, un mecanismo preciso para controlar el calor y un termómetro buenísimo. Puede que te sorprenda saber que las nanopartículas de oro hacen un buen trabajo para conseguir los dos primeros. El tercero -un buen termómetro- ha eludido a los investigadores durante bastante tiempo. Hasta ahora.
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