Una vez que hemos descartado que el terrorismo sea una enfermedad, un gen o algo endógeno de los propios terroristas, las preguntas que surgen son claras: ¿cómo se radicalizan las personas?, ¿cualquiera puede ser un erreorista?, ¿todos somos terroristas en potencia?, ¿puedo confiar en mi vecino del quinto aunque me salude todas las mañanas?
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