Pasar de la risa al llanto como si nada, mostrar un comportamiento desinhibido y perder por completo el sentido del ridículo son señas inequívocas de que una persona va con el 'puntillo'. Si además hay mareos, naúseas, sudoración excesiva, palidez, descoordinación o pérdida de equilibrio es que el 'puntillo' se ha convertido en borrachera o intoxicación etílica. Cuando aparecen los desmayos y la falta de respuesta, la situación puede apuntar a un coma etílico.
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