Hasta el Ejército, que en tiempos de bonanza económica tenía que gastar dinero en propaganda para llamar a filas o recorría los pueblos de las Islas con una unidad móvil, caso de la Marina, para captar soldados, ha visto cómo cada día son más los jóvenes que responden a sus convocatorias. Ni siquiera la obvia posibilidad de que Afganistán o Irak, puntos bélicos, puedan convertirse en un futuro destino es factor suficiente para hacer desistir a los candidatos.
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