La consecuencia es que las mujeres pierden a lo largo de su vida muchas horas haciendo cola para ir al baño y, además, no pueden utilizar el espacio público de la misma manera que los hombres. Y no se trata de un error sin importancia: es un fallo en la planificación y el diseño. Cuando son los hombres los que planifican y diseñan los espacios compartidos, sin esforzarse por entender cómo es la experiencia de las mujeres en esos espacios, todo termina hecho a su medida.
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