En el castillo de Muiderslot, a las afueras de Ámsterdam, se conserva un pequeño óleo titulado ‘El panadero de Eeklo’, que muestra una extravagante y macabra escena, en la que varios personajes cortan las cabezas a otros y las introducen en un horno, mientras otras figuras aparecen con coles sustituyendo el lugar que deberían ocupar sus cabezas. La explicación no es la truculenta imaginación de los artistas, sino el folklore de los territorios de Flandes y los Países Bajos, donde existía una singular leyenda de un panadero que arreglaba cabezas
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