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¿Un clima rigorosamente invernal produjo en los seres humanos una sed de leche?

En algún lugar en el curso de la evolución humana, nuestros antepasados europeos aprendieron a dejar la odiosa lactosa y el amor por la ubre. Los genetistas encontraron genes intolerantes a la lactosa en los huesos de sus antepasados hace unos 5.000 años. Un nuevo estudio arroja luz sobre nuestro amor repentino y misterioso por ella.

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