Se ha hecho epidémico el tuit de uno de esos idiotas que confunden a los trabajadores con su séquito personal. Se queja el cretino de que había ido a comprar a Alcampo a las diez menos un minuto y el cajero le dijo que ya no le podía atender. Me repugna la respuesta que le dio Alcampo, vía Twitter, al pejiguero: no solo no arrearon un zasca sino que se le pidió perdón con solemnidad y se le aseguró que se pondrían en contacto con la tienda “para evitar que vuelva a ocurrir”.
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