“Es una manera de desconectar y romper con la rutina, cambiar de aires, hacer algo que no haces el resto del año. Trabajar. Y sentirte también en comunión con la tierra, sabiendo que estás haciendo algo útil… Son unas vacaciones atípicas para muchos pero reconfortantes. Se lo recomiendo a todo el mundo”, dice un funcionario del Ministerio de la Vivienda.
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