En 2006 EMI, la cuarta mayor compañía discográfica, invitó a algunos adolescentes a sus oficinas de Londres para que hablaran con responsables de la compañía sobre sus hábitos musicales. Al final de la sesión les dieron las gracias, les señalaron un montón de discos que había encima de una mesa, y les dijeron que podían coger los que quisieran. Pero ninguno de los chavales cogió ni uno, a pesar de ser gratis. Una persona que estaba allí cuenta: "Fue en ese momento cuando comprendimos que el juego se había terminado"
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