Tiene toda la razón en que hay mucho gurú, torpes e interesados. También tiene razón en que tenemos que encontrar una forma de pagar a aquellos autores que nos gustan y sabemos que se lo merecen. También en que hay mucho adolescente tardío que se queja porque está de moda, y porque quiere todo gratix, que para eso su madre le paga el ADSL2. Pero no tiene nada de razón cuando en un ejercicio de wishful thinking no sólo le da un margen de duda a la ministra González-Sinde –y al gobierno– sino que además deposita una especie de fe religiosa.
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