Una unidad secreta de la policía británica se infiltró durante años en grupos de activistas políticos, ambientales, pro-animales, etc. Más de 100 policías fueron enviados a espiar durante periodos de hasta 10 años grupos de activismo político. Desarrollaron elaborados alter-egos para aparentar comprometidos activistas, utilizaron la identidad de niños fallecidos y hasta tuvieron hijos con las personas que espiaban. Uno de ellos explica todos los detalles (en inglés).
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