Lo que indigna a buena parte de la ciudadanía, en este caso, no es solo el abuso sexual mediante dinero a personas vulnerables, es sobre todo el silencio cómplice del Arzobispado sobre lo que todo el mundo sabía desde hacia 15 años: desde las quejas de la Comunidad de vecinos de Avellanas 22, al lado del Arzobispado, y de personas vinculadas a la Jerarquía de la Iglesia.
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