¿Qué ocurrió? Se supone que iba a ser la típica fiesta de trabajo, donde las empleadas se cuentan sus cosas y ponen verde al jefe y a la jefa entre copa y copa. Sin embargo la pareja de propietarios, Julie y Ward Frederick, tenían pensado hacer de la celebración algo más salvaje.[...] Tuvo la feliz idea de hacer que las empleadas jugaran a ese juego que consiste en lanzar un aro a un palo.[...] Cómo os podéis imaginar el palo era de carne[…]La pobre camarera dejó su empleo y puso una demanda a los gerentes del hotel por 900.000 dólares
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