Las consecuencias son fáciles de calcular: la diarrea, causada por los alimentos, el agua y el entorno contaminados, sigue siendo la segunda causa mortal en niños de todo el mundo, por la que mueren 1,800 de ellos cada día. Si se consiguiera acabar con esta práctica, las muertes por casos de diarrea en niños menores de cinco años disminuirían un 36 % respecto a la cifra actual.
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