(...) En 1846 el obstetra húngaro Ignaz Semmelweis se encontraba preocupado porque en el hospital maternal en que trabajaba en Viena (Austria), las parturientas morían como moscas (entre el 10 y el 35%) debido a unas fiebres que acababan con ellas de forma lenta y angustiosa. Sin embargo, lo que le chocaba era que otra clínica maternal cercana tenía una tasa de muertes por este tipo de fiebres de tan solo un 4%, cuando ambas pertenecían al Hospital General de Viena.
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