El lunes, un autor de novelas sobre la mafia búlgara, Georgi Stoev, salía de un café en el ajetreado centro de Sofía, a plena luz del día, cuando dos hombres lo mataron de un disparo en la cabeza. Unas horas antes, el director ejecutivo de una central nuclear, Borislav Georgiev, corrió la misma suerte. Y así hasta cerca de 150 víctimas del crimen organizado búlgaro en los últimos siete años.
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