Mi hija no me dice papá, tampoco papi. Es una de las cosas que más me desesperan en la vida. Mi hija me dice papa. En Cataluña, que es donde vivo, por alguna razón secreta y detestable, a los padres se les llama así, papa, es decir: tubérculo. Mi hija me dice tubérculo, y tengo que cargar con eso de por vida.
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