Mientras peligrosos reclusos de alto riesgo cumplen sus condenas en Teixeiro, alrededor de quince críos, menores 3 años, comparten a pocos metros con sus madres y otras embarazadas el descubrimiento de una nueva vida. Conviven en el módulo 9 del centro penitenciario coruñés, el único en Galicia que cuenta con una escuela infantil y permite a las presas ver cómo crecen sus bebés. La frialdad y el ambiente grisáceo de los muros y las rejas de la mayor parte del centro se oponen a la calidez y colorido de su zona reservada.
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