Un brote vírico prácticamente desconocido, como el del coronavirus, es el caldo de cultivo perfecto para la aparición de todo tipo de bulos y conspiraciones sobre ataques terroristas, intereses farmacéuticos ocultos o, por supuesto, curas milagrosas. Si ya en su día se habló de grabaciones de audio que curaban el ébola con solo escucharlas, no es extraño que ante esta nueva situación también hayan surgido remedios igual de inútiles, pero todavía más peligrosos.
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