Si la intensidad del choque entre Catalunya y España se midiera por los balcones, nadie podría negar que la polarización va de bajada en Barcelona y el Área Metropolitana. Mirar hacia arriba para comprobar qué banderas hay en las fachadas se ha convertido en un gesto que aporta poca información, ya sea en el elitista barrio de Sant Gervasi-Galvany (Barcelona) o en los bloques de Bellvitge (L’Hospitalet de Llobregat).
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