En Brasil, una potencia religiosa con la mayor población católica mundial, donde hasta la presidenta asegura al Papa que "Dios es brasileño" y se veneran santos africanos o se habla con los muertos tras la misa, los ateos son considerados extranjeros en su propio país. Se precisa mucha valentía para decir que uno es ateo", asegura a la AFP Daniel Sottomaior, presidente de la Asociación Brasileña de Ateos y Agnósticos, que lucha contra los prejuicios y la discriminación contra los prejuicios y la discriminación contra quienes no creen en dios.
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