El insólito gusano, Olavius algarvensis, puede prosperar con estas sustancias, que son venenos para bastantes formas de vida, gracias a los millones de bacterias simbióticas que viven bajo su piel. Ellas usan la energía del monóxido de carbono y del sulfuro de hidrógeno de un modo que genera nutrientes de los que puede subsistir el gusano.
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