El Gobierno chino quería que un desfile conmemorativo de la II Guerra Mundial en Pekín no fuese recordado por el denso humo que ya es característico de su capital, y prohibió la circulación de 2,5 millones de coches durante dos semanas. La idea funcionó, y el aire mostraba el día del desfile niveles considerados normales, algo que cambió solo 24 horas después de que se levantase la prohibición, pues el denso humo estaba instalado de nuevo en el cielo de Pekín.
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